La columna vertebral es el eje del cuerpo que se extiende desde la base del cráneo hasta la pelvis y articula dos cinturas: la escapular y la pélvica. Y en ella deben conciliar dos imperativos mecánicos: la rigidez-solidez de las piezas óseas, que son las vértebras y la flexibilidad, que por su constitución la aportan numerosas piezas óseas y discos que están unidas entre sí mediante músculos y ligamentos.
Conociendo a fondo la columna vertebral
Dos vértebras, que suponen un segmento de movimiento, están unidas a través de tres articulaciones: Una anterior, formada por los cuerpos vertebrales y el disco intervertebral, y dos posteriores. Éstas conforman las articulaciones vertebrales. El disco intervertebral está formado por un anillo fibroso y por un núcleo pulposo. El anillo fibroso está compuesto fundamentalmente por colágeno; y el núcleo pulposo fundamentalmente por agua. Esta estructura sirve para amortiguar y soportar las presiones a las que se ve sometida la columna y está diseñada, de manera específica, para soportar las distintas fuerzas de compresión. Siempre que se produzca una correcta alineación, los cuerpos vertebrales pueden llegar a fracturarse por fuerzas de compresión sin ningún daño en el disco intervertebral. Pero ante esto tenemos que hacer una reflexión, ¿qué hacemos hoy en día para que, antes de lesionar el cuerpo vertebral, se lesione el propio disco? La respuesta es unánime: el sedentarismo. Y además, la hipocinesia, con los malos hábitos posturales, acelera el proceso de degeneración de este tejido.
Lecciones de fisiopatología
Los discos intervertebrales son avasculares, aneurales y alinfáticos. Esto significa que si están lesionados no dan información sobre ello, ya que no tiene nervios, y cuando ya se han lesionado no pueden regenerarse porque no tiene vasos sanguíneos. Éstas son las características que contribuyen, y explican, la degeneración del disco con la edad.
Actividad física
Una vez que el disco está degenerado, lo único que se puede hacer es incidir en el tratamiento del dolor e impedir que la degeneración vaya a más. Para ello se debe trabajar de forma consciente la musculatura profunda de la espalda (paravertebrales, multifidus), el transverso abdominal y la musculatura del suelo pélvico, en sinergia.
Primero de forma estática con contracciones isométricas de dicha musculatura para ir pasando a posiciones de equilibrio y posteriormente dinámicas, manteniendo en todo momento dicha contracción. Es importante evitar el mecanismo lesional enfatizando en la mejora del control postural, de esta manera se estará proporcionando la higiene postural necesaria para que la lesión no se reproduzca. Como profesional es fundamental que insistas en las revisiones y básico determinar si existe una patología primaria causante de la discopatía. Así como comprobar si existe alguna desalineación del miembro inferior.
http://www.bodylifespain.com/revistas/archivo/2009/10/article-2.html